Estas cinco semanas confinada me ha dado tiempo a ver en las redes
innumerables mensajes llenos de “positividad de autoayuda”, también mensajes
que se hacían eco de un “castigo divino” de una supuesta “devolución” de los
daños ocasionados a la madre tierra en aras de restaurar su equilibrio, etc.
Especial responsabilidad tenemos l@s psicólog@s educativ@s sanitari@s
y clínic@s en este asunto. Creo, es un grave error, asumir, juzgar y predicar
acerca de la realidad, desde nuestro ombligo, desde una perspectiva totalmente reduccionista. Ni nosotros, ni nuestra
realidad, ni nuestra casa con comida, calefacción, Netflix, terraza o jardín es el eje del
mundo, ni por supuesto, es la tónica general.
En un momento en el que las necesidades más básicas del ser humano
(fisiológicas, de seguridad, e incluso las de afecto) se están haciendo añicos,
pienso que debemos reflexionar. Estamos viendo que hay personas viviendo una situación
de total desprotección: porque se dedicaban a trabajos en la economía sumergida
(limpieza del hogar, pequeñas obras…), porque su situación laboral consecuencia
del ERTE no le permite pagar el alquiler o la hipoteca, migrantes y mendig@s
que ya no tenían hogar, víctimas de violencia machista (confinadas con su
maltratador), víctimas menores de abuso sexual intrafamiliar (confinad@s con
sus abusadores), personas con un trastorno mental previo, ancian@s sol@s... y
podría seguir hasta mañana.
Creé un blog con la ilusión de seguir con mi trabajo de
orientadora…Pero me niego a olvidar, que (al igual que les sucederá a mis
compañeros profes), mi esfuerzo sólo llegará a l@s más afortunad@s.
No quiero hacer mi trabajo con los ojos cerrados, y eso implica
necesariamente, no cerrar los ojos ante la realidad; aunque no me guste, aunque
me duela.
Con la crisis de 2008, aumentó considerablemente la prevalencia de
trastornos mentales en la sociedad, precipitados sin lugar a duda, por la
precaridad económica y social.
Creo que no debemos responsabilizar al individuo de problemas
sociales, y pensar que, a veces, puede que sea la sociedad la que tiene un trastorno
y no nosotr@s.
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